'Existe una manera de vivir a la que los Lakota llaman "Caminar en la Belleza." Se dice que uno Camina en la Belleza cuando tiene su Tierra (parte física) y su Cielo (parte espiritual) en Armonía.'

viernes, 17 de junio de 2011

La caza y la guerra

Como es natural, todos los cazadores necesitan estar muy versados en una serie de procedimientos, y los indios norteamericanos no constituian la excepción. Lo más importante era seleccionar las trampas o las armas adecuadas, pero además había que conocer las pautas de comportamiento de la presa, el uso de señuelos, reclamos, silbatos y ropa, los refugios y escondites. Un buen cazador debía conocer tambien las ceremonias y rituales de caza, sus cantos y fetiches.
Cazar como un hombre:
Era muy común que los muchachos aprendieran a cazar y poner trampas recibiendo las enseñanzas de sus padres, de parientes o mayores, su papel de cazadores estaba marcado desde una temprana edad. Los muchachos aprendían todas las lecciones importantes para obtener caza, conocer la presa y tener el equipo adecuado. Aprendían también  qué tipos de flecha volaban mejor, qué plumas eran mejores para fabricar flechas, y como evitar perderlas entre la hierba.
En una partida de tres o quatro chicos, el pájaro no pertenecía al que lo había matado, sino al que lo recogía. Cuando un muchacho mayor y más diestro salía acompañado de otro, el más hábil podia quedarse sin pájaros, porque todos los que matara serían para su compañero.
El águila:
La mayoria de las aves prestaban su plumaje a la confección de ropas, adornos de guerra y rituales, pero a algunas de ellas se las buscaba de un modo especial, por encima de todas estaba el Águila, considerada universalmente una criatura majestuosa, su naturaleza solitaria y su habilidad para volar tan alto por encima del hombre limitado a la tierra, le dotaron de un halo misterioso y místico que no ha sobrepasado ningún otro animal.
En ocasiones las águilas se atrapaban vivas y podian usarse como señuelo. No obstante, a la mayoria se las mataba con un lazo de fibra de madera o rompiéndoles la espalda. El valor del ave capturada dependía de su edad. La más apreciada era la llamada de "puntas negras" un águila dorada joven que no hubiera llegado a los cuatro o cinco años.
Guerras intertribales:
Tradicionalmente, la propiedad individual o tribal de la tierra era un concepto limitado entre los indios norteamericanos, pero las luchas por pastos ricos donde había caza, botín, prisioneros de guerra, cabelleras, formaban parte del tejido tribal.
Se reconocían dos clases de guerra entre tribus. una era defensiva, se luchaba para proteger el poblado, la otra era agresiva, se hacía contra el enemigo y se obtenian honores que, particularmente en las Grandes llanuras, se conseguian por medio de un complicado sistema que contabilizaba las "hazañas".
El objetivo de guerras de este tipo rara vez consistia en aniquilar al enemigo. Ási, con la venganza satisfecha, el botín era lo más importante: caballos, esclavos mujeres, niños y particularmente, en el caso de los Iroqueses, un adversario valiente al que se llevaba a la muerte con una tortura ritual.
La guerra entre los Colonos y los Nativos:
Estas guerras que se extienden desde los tiempos coloniales hasta la Masacre de Wounded knee y el establecimiento definitivo de la frontera de los Estados Unidos en 1890, en general se resolvieron con la conquista de los pueblos Amerindos y su asimilación cultural o su localización forzosa en reservas.
Se calcula que los más de 40 años en total de guerras transcurridas entre 1775 y 1890 supusieron la muerte de más de 45.000 indios defensores de sus tierras ancestrales y 19.000 blancos invasores, la estimación incluye mujeres y niños de ambos bandos.

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