'Existe una manera de vivir a la que los Lakota llaman "Caminar en la Belleza." Se dice que uno Camina en la Belleza cuando tiene su Tierra (parte física) y su Cielo (parte espiritual) en Armonía.'

jueves, 6 de septiembre de 2012

Mujer Lakota: Del nacimiento a la vejez (Parte 3)

«WINUNHCALA», LA MUJER ANCIANA
Las mujeres de edad y particularmente las que ya habían llegado a la menopausia, eran respetadas por su sabiduría, su prudencia y su poder. Las ancianas asumían la mayor parte de la vigilancia y la educación de las pequeñas y eran casi más importantes que las propias madres. Además de la enseñanza de las técnicas como la cocina, la costura, el bordado y el curtido, las mujeres mayores aconsejaban a las jóvenes en lo relativo a sus responsabilidades morales y espirituales. Bajo las alas de sus parientes mayores, los niños lakota descubrían el mundo que les rodeaba, a menudo analizado y explicado en un lenguaje críptico de ancianos.
Los ancianos enseñaban los dictados y creencias propias de la sociedad lakota. De las abuelas recibían conocimiento y sabiduría y,como había prometido la Mujer Bisonte Blanco, eran las mujeres quienes aseguraban la pervivencia de los valores lakota. Las ancianas debían ser las más sabias, hasta el punto de llegar a ser «Wikahunka» (mujer antepasada), y estaban en todos los ritos relativos a la muerte. Se creía que la muerte inminente era anunciada por algunos signos que sólo algunas mujeres podían percibir, interpretar y explicar. Cuando moría un guerrero, su cuerpo debía recibir cuidados específicos (pintura facial roja, plumas de águila en el pelo, etc.) y estos cuidados eran prodigados por las mujeres ancianas. De hecho, toda la preparación del cadáver y los funerales incumbían a la familia del difunto.
A menudo, las mujeres se hacían cortes en los brazos y en las piernas con un cuchillo de silex cuando moría un pariente próximo. Hombres y mujeres se cortaban el pelo, pudiendo incluso amputarse la oreja en señal de duelo. La madre se quedaba cerca del cadáver durante cuatro noches y volvía a su tipi cada mañana.
«Wapiye winyan» la mujer curandera:
Cuando una mujer llegaba a la menopausia, recibía frecuentemente, por intermediación de los hombres medicina o de visiones, el poder de investirse en determinados ritos. Se la veía entonces particularmente apta para curar con ayuda de las plantas. Se la llamaba «wapiye winyan» (mujer curandera). Las que tenían poderes de brujería eran conocidas como «wihmunga». Pocas mujeres la practicaban, pero todas las mujeres sagradas, como los hombres medicina, sabían que la adquisición de «poderes» significaba que debían ser extremadamente prudentes durante el resto de su vida. El mal uso del poder sagrado podía atraer una «represalia de los Espíritus», que tomaría la vida de un ser querido.
Las mujeres ancianas participaban también en la Danza del Sol y en otras ceremonias importantes en tanto que pudieran físicamente. Justo al final de su vida una mujer era particularmente apreciada por su familia y su tribu.
Aunque los lakota tenían gran miedo a perder a sus niños, no tenían, por el contrario, ningún temor a morir de viejos.
Volver al «Wanagiyata», el Dominio de los Espíritus
Como era la Mujer Bisonte Blanco quien había aportado a los lakota los ritos que les permitían «vivir con todos sus parientes», parecía lógico que el último ser con el que tratarse antes de la muerte, fuera una mujer. Se creía que en la pubertad cada uno debía ser tatuado en el puño o en la frente con el fin de permitir al espíritu «pasar sin riesgo por la Ruta Fantasma». En alguna parte del recorrido, esta ruta formaba una ramificación, en cuya intersección, una anciana verificaba el tatuaje de cada espíritu de paso. Los que llevaban el tatuaje eran autorizados a continuar a los largo de la Ruta Fantasma hasta llegar a «Wanagiyata» (el Dominio de los Espíritus), parecido a la tierra , pero donde se podía encontrar a todos los parientes difuntos y a multitud de espíritus de bisontes y otros animales.
La vieja rechazaba a quienes no llevaban el tatuaje, rehusándoles para siempre el derecho de recorrer la ruta Fantasma y condenándoles a errar indefinidamente por la tierra bajo la forma de fantasmas sin ninguna vivienda permanente.


Fuente: ('Mujer Lakota las edades de una vida')

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